viernes, 7 de octubre de 2011

Los problemas del diagnóstico

Dicen Stolorow y Atwood que, con pacientes que sufrieron abusos infantiles, atribuir el caos afectivo o el retraimiento esquizoide a “fantasías” o a “organización de personalidad borderline” equivale a culpar a la víctima y, por ello, a reproducir en parte el proceso del trauma original. Sin embargo, bueno será que aprendamos a identificar esos estados que se atribuye a los pacientes, a veces como etiquetas diagnósticas cosificadoras, para intentar evitar la retrumatización en el caso concreto del paciente que tenemos en ese momento delante, dado que, por otra parte, la tendencia a clasificar es una tendencia inevitable en el ser humanos y, sigo pensando, de cierta utilidad en el clínico. El argumento para examinar los fundamentos metafísicos de nuestra práctica sería el mismo. Puesto que no hay observación de la realidad sin marco teórico (en definitiva, metafísico), intentemos hacerlo lo más explícito posible y meditar sus pros y contras.

6 comentarios:

Luis Mazuecos dijo...

La tendencia a clasificar es útil a efectos defensivos; como si de ese modo pudiera contener el miedo a padecer un abuso. El problema que se produce en el abuso, o en la posibilidad cercana a sufrirlo,- o a sentir el padecimiento de alguien que lo ha sufrido-, es que sientes como todo se divide en un antes, y un después, los simientos se tambalean, el suelo no exite, mi pies corren deprisa sin sentir donde piso.

Dr. Carlos Rodríguez Sutil dijo...

Querido/a LMG, no termino de entender la relación que establece entre clasificar y los efectos defensivos. La clasificación supone un riesgo de cosificación, de tratar al otro como un objeto, que siempre debemos tener presente. Por eso yo prefiero pensar en prototipos, es decir, pautas generales de comportamiento que se asocian, prototipos a los que el individuo particular - al que hay que comprender en su persona y su contexto - se puede asemejar más o menos.

Luis Mazuecos dijo...

No creo que se trate de rebautizar a la clasificación para así poder comprender al individuo particular en su contexto.

Sino en la secuencia del acto de clasificar.

Tal vez podríamos pensar en dar prioridad al empatizar, y dejar fuera el clasificar, en el acto de establecer un contacto afectivo con el individuo y así poderlo comprender.

Si invertimos este orden, primero clasificamos o buscamos semejanzas, puede quedar desdibujado lo que el individuo me quiera decir. A esto me refiero el clasificar como un acto defensivo.

O,¿ es importante saber si soy querido o querida? ;-)

Dr. Carlos Rodríguez Sutil dijo...

Desde luego, saber si es querido o no es importante, aunque igual de importante es saber cómo. Clasificar es también mi forma de comprender. Lo que planteo es que siempre clasificamos, aunque pretendamos lo contrario, y es importante hacerlo de forma explícita para evitar efectos indeseables. Mi diagnóstico del paciente me ayuda a controlar actitudes mías que se han desencadenado en situaciones similares anteriores. Aunque en nuestra práctica predominé la "frónesis" frente a la "techné", la técnica nunca estará del todo ausente.

Luis Mazuecos dijo...

¿Sí le hubiese clasificado podría haber hecho algún comentario?. ¿Cuántos comentarios hay en su blog?

En cambio, creo que le ha sido, cuanto menos sugerente el poder seguir, con en tema "empatía y clasificación".

Agradezco, este espacio que me ofrece para reflexionar, querido Carlos. Y no sé si le incomoda que siga con el tema en este lugar, o le parece adecuado, o prefiere que no continuemos con el tema. O también, si otros que le siguen su blog se animarán o no a participar, algo que sin duda es de agradecer.

Siguiendo con estas reflexiones, lo que me pregunto es si queremos ayudar a otro o estudiarlo. Y por muy corta duración que atendamos en lo público a otro, si anteponemos la técnica a la práctica. Puede ayudarme a mi, estudioso, para tolerar la intrusión en mi ser del impacto indigerible de cada uno; pero, ayuda esto en algo al otro. Bueno, tal vez en la medida en que no dejo de no perder el control, que no es poco, para no reaccionar a los impulsos que la relación me provoca: en este sentido, vale, profilasis, para preservar al terapeuta. En este sentido clasificar puede servir para cuidar al terapéuta. Pero si el paciente no se siente querido, pese a su desconfianza, si no se siente querido en primer lugar y los siguientes, no creo que podamos ayudar. Aunque podemos saber cómo no ayudarlo.

Dr. Carlos Rodríguez Sutil dijo...

Te agradezco mucho tus comentarios. Estudiar al otro y ayudar nunca debería convertirse en una dicotomía. Estudiamos al otro para ayudarlo y, normalmente, es algo que ese otro espera y agradece. Claro, no debemos adoptar actitudes de entomólogo porque el otro no es un insecto (no más que tú mismo).

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