La división clásica en psicoanálisis freudiano es entre
neurosis y psicosis; Freud entró más tarde a estudiar las perversiones. También
realizó alusiones interesantes pero aisladas a los trastornos del carácter o “neurosis
de carácter” como se los empezó a llamar entonces. Neurosis de carácter y perversiones
ocupan, por tanto, un lugar intermedio entre neurosis y psicosis pero no se
deben confundir. Las perversiones sexuales como las definía Freud (satisfacción
erótica sin posibilidad de reproducción) pueden aparecer en cualquier sujeto. Son
conductas “desadaptadas”, cuyo mecanismo básico es la renegación (Verleugnung),
pero que no provocan síntomas (el
perverso realiza sin experimentar angustia aquello que el neurótico sólo piensa,
con angustia, la perversión es el negativo de la neurosis) y a las que el
sujeto no quiere ni pretende renunciar. La renegación también es el mecanismo
básico de las organizaciones límite. Sin embargo, cuando hablamos de “estructura
perversa” ya estamos haciendo referencia a una estructura de carácter que se
correspondería con personalidades dadas al uso – o abuso - intrumental de los demás, principalmente la
personalidad agresiva y la narcisista, sobre todo con las características de lo
que Kernberg denomina “narcisismo maligno”.
La idea de que las psicosis suponen el fracaso en la
estructuración de la personalidad no debe ser tomada como una afirmación
tajante, pues todo psicótico tiene sus estilos propios patrones de personalidad.
Con ese fracaso se quiere decir que surgen las angustias más primitivas,
psicóticas, la esquizoide y la depresiva, pero también la confusa (maníaca y
bouffé delirante). Dentro de las
psicosis, el trastorno delirante del DSM, antes paranoia, es la de mayor
estructuración. De hecho por ahí se puede entender que Fairbairn hablara de
posición esquizoide y no “esquizo-paranoide” como Melanie Klein, y que incluyera
la técnica paranoide como una de las cuatro que se utilizan para defenderse de
la angustia primitiva, siendo las otras tres la histérica, la obsesiva y la
fóbica. Con esto se situaba la paranoia en un lugar semejante al de las
neurosis o, mejor dicho, a las organizaciones neuróticas (personalidades). El
motivo definitivo de no aceptar la personalidad paranoide puede ser que nunca
me he encontrado ningún paciente con un funcionamiento claramente paranoide que
no reuniera las características de alguna de las personalidades de la posición
esquizoide, o procediera del deterioro de un trastorno límite de la
personalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario