Es de sobra conocida la posición del creador del psicoanálisis en materia de religión. Probablemente no habría rechazado que se le denominara “materialista y ateo”, añadiendo, además, su inclinación por la ciencia positiva y el fisicalismo. El pensamiento de Freud, no obstante, no se puede reducir en absoluto a lo que esta postura podría anunciar, pero ese será tema para otro momento. En mis tiempos jóvenes me habría alineado sin dudarlo con el maestro, pero los años y la profesión me han hecho llegar a la conclusión de que no es posible vivir sin creencias religiosas, ya que el propio “materialismo dialéctico” - que me dominó en su momento- ha terminado pareciéndome otra forma de creencia religiosa, por no hablar del positivismo fisicalista de antaño y del cientifismo de hogaño. Erich Fromm acertó con la idea al afirmar que no se puede decir “religión sí o religión no”, sino que lo que nos debemos plantear es qué tipo de religión es el más adecuado para el desarrollo y bienestar del hombre (y cuando digo “hombre” me refiero a la mujer también). Desde hace tiempo vengo declarándome firmemente panteísta, aunque a menudo no se me tomen en serio cuando lo digo. Y es que la explicación spinozista, que consiste en identificar a Dios con el universo o con la naturaleza, me resulta la más razonable y coherente, y no se halla, bien mirado, muy alejada de la visión de Santa Teresa; “Dios está en todas partes”, también en los pucheros. Pero rechazando – Spinoza y un servidor - la concepción de un dios personal que decide, hace y deshace. Todo es dios, o todo son dioses, incluyendo nuestra minúscula partícula humana. Y si esa naturaleza posee una “voluntad”, su posible lógica no está a nuestro alcance, el método de su locura es inalcanzable. De las religiones existentes, como sistema organizado de creencias, prácticas y ritos, las únicas que me resultan soportables son el budismo y el taoismo, pero mi conocimiento de ellas es muy superficial y no siento una especial urgencia por ampliarlo. Como psicoterapeuta y como persona intento respetar todos los pensamientos religiosos y creo que lo consigo en gran medida, pues siempre intento que mis ideas no sean vividas como una imposición o proselitismo sobre mis pacientes, y espero no responder con una sonrisa condescendiente si alguien se me presenta como “pastafari” o feligrés de la Iglesia Maradoniana. Sin embargo, meditar sobre psicoanálisis y religión es algo que todos los psicoterapeutas debemos hacer dado que la forma que adopte nuestra práctica clínica también depende de ello. Entre otras cosas, considero que es sano y necesario declarar nuestras creencias siempre que la persona nos cuestiones sobre ellas, antes incluso de indagar sobre el motivo de dicha pregunta o de responder con una interpretación. El paciente debe tener derecho también a decidir si nuestra postura religiosa le parece satisfactoria o aceptable. Por otra parte, aun dentro del respeto yo no dudo en manifestarme en contra de aquellas posturas pretendidamente religiosas que plantean de pensamiento o de facto un rechazo del cuerpo. Opino que nuestro cuerpo es por completo digno de cuidado, aprecio y satisfacción, tanto como nuestro espíritu, pero mientras del segundo sólo podemos alcanzar inferencias, en ocasiones precipitadas, de la existencia del primero poseemos una evidencia directa. Retomaré en breve estas reflexiones.
martes, 6 de septiembre de 2011
COMENTARIOS SOBRE PSICOANÁLISIS Y RELIGIÓN
Es de sobra conocida la posición del creador del psicoanálisis en materia de religión. Probablemente no habría rechazado que se le denominara “materialista y ateo”, añadiendo, además, su inclinación por la ciencia positiva y el fisicalismo. El pensamiento de Freud, no obstante, no se puede reducir en absoluto a lo que esta postura podría anunciar, pero ese será tema para otro momento. En mis tiempos jóvenes me habría alineado sin dudarlo con el maestro, pero los años y la profesión me han hecho llegar a la conclusión de que no es posible vivir sin creencias religiosas, ya que el propio “materialismo dialéctico” - que me dominó en su momento- ha terminado pareciéndome otra forma de creencia religiosa, por no hablar del positivismo fisicalista de antaño y del cientifismo de hogaño. Erich Fromm acertó con la idea al afirmar que no se puede decir “religión sí o religión no”, sino que lo que nos debemos plantear es qué tipo de religión es el más adecuado para el desarrollo y bienestar del hombre (y cuando digo “hombre” me refiero a la mujer también). Desde hace tiempo vengo declarándome firmemente panteísta, aunque a menudo no se me tomen en serio cuando lo digo. Y es que la explicación spinozista, que consiste en identificar a Dios con el universo o con la naturaleza, me resulta la más razonable y coherente, y no se halla, bien mirado, muy alejada de la visión de Santa Teresa; “Dios está en todas partes”, también en los pucheros. Pero rechazando – Spinoza y un servidor - la concepción de un dios personal que decide, hace y deshace. Todo es dios, o todo son dioses, incluyendo nuestra minúscula partícula humana. Y si esa naturaleza posee una “voluntad”, su posible lógica no está a nuestro alcance, el método de su locura es inalcanzable. De las religiones existentes, como sistema organizado de creencias, prácticas y ritos, las únicas que me resultan soportables son el budismo y el taoismo, pero mi conocimiento de ellas es muy superficial y no siento una especial urgencia por ampliarlo. Como psicoterapeuta y como persona intento respetar todos los pensamientos religiosos y creo que lo consigo en gran medida, pues siempre intento que mis ideas no sean vividas como una imposición o proselitismo sobre mis pacientes, y espero no responder con una sonrisa condescendiente si alguien se me presenta como “pastafari” o feligrés de la Iglesia Maradoniana. Sin embargo, meditar sobre psicoanálisis y religión es algo que todos los psicoterapeutas debemos hacer dado que la forma que adopte nuestra práctica clínica también depende de ello. Entre otras cosas, considero que es sano y necesario declarar nuestras creencias siempre que la persona nos cuestiones sobre ellas, antes incluso de indagar sobre el motivo de dicha pregunta o de responder con una interpretación. El paciente debe tener derecho también a decidir si nuestra postura religiosa le parece satisfactoria o aceptable. Por otra parte, aun dentro del respeto yo no dudo en manifestarme en contra de aquellas posturas pretendidamente religiosas que plantean de pensamiento o de facto un rechazo del cuerpo. Opino que nuestro cuerpo es por completo digno de cuidado, aprecio y satisfacción, tanto como nuestro espíritu, pero mientras del segundo sólo podemos alcanzar inferencias, en ocasiones precipitadas, de la existencia del primero poseemos una evidencia directa. Retomaré en breve estas reflexiones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El Psicoanálisis y los orígenes del sujeto contemporáneo
Véase mi conferencia: El Psicoanálisis y los orígenes del sujeto contemporáneo. https://www.youtube.com/watch?v=_gVkVmZSCUI&t=5327s
-
La reciente lectura de un magnífico artículo sobre el 'enactment', escrito por el colega chileno André Sassenfeld y publicado en la...
-
Freud comenzó proponiendo una explicación biologicista de la motivación humana, la libido, encuadrada en lo que a veces se ha denominado “te...
-
La división clásica en psicoanálisis freudiano es entre neurosis y psicosis; Freud entró más tarde a estudiar las perversiones. También rea...
No hay comentarios:
Publicar un comentario