Para poner de relieve la necesidad que el ser humano tiene de sus congéneres y nuestra naturaleza intrínsecamente relacional (social), podemos traer a concurso el siguiente párrafo de la Ética spinoziana como una premonición de democracia perfecta futura:
Y así, nada es más útil al hombre que el hombre; quiero decir que nada pueden desear los hombres que sea mejor para la conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suerte que las almas de todos formen como una sola alma, y sus cuerpos como un solo cuerpo, esforzándose todos a la vez, cuanto puedan, en conservar su ser, y buscando todos a una la común utilidad; de donde se sigue que los hombres que se gobiernan por la razón, es decir, los hombres que buscan su utilidad bajo la guía de la razón, no apetecen para sí nada que no deseen para los demás hombres, y , por ello, son justos, dignos de confianza y honestos. (IV, XVIII)
Esto que plantea aquí Spinoza es un ideal quizá inalcanzable pero creo que apunta acertadamente que, en el fondo, la división entre interés público e interés privado no es tan radical y definitiva como pudiera pensarse.